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3-6-2016 Encastados victorinos para toreros aburridos |
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3-6-2016 Encastados victorinos para toreros aburridos.
Da mucha lástima y pena, a los aficionados, y mucho más al ganadero que los toros de cuatro y cinco años criados con ilusión y mimo, los presenten en la plaza de Madrid y caigan en manos de unos matadores que no están a la altura que tienen sus oponentes: Seis toros de Victorino Martín,desiguales de presentación, preciosos de pelaje, puros albaserrada, con juego desigual y muy encastados. Los mejores el tercero Garrochista de 556 kgs y el quinto Alevín de 504 Kg, el de menor peso.
Sobre el cartel ya parecía que lo habían confeccionado contra “corriente”, como poco, estar como tercer matador quien lleva 16 años de alternativa, parecía que era una corrida de matadores que están de “vuelta”, para unos toros posiblemente encastados, como así fueron y que piden el “carnet” ¿el de identidad o el de profesional?... No, el de la disposición y las ganas. Y ninguno de los tres las puso de manifiesto: Uceda Leal, Miguel Abellán y El Cid.
No me imagino qué hubiera pasado con esta corrida en manos de otros, y no pongo nombres, los que Uds. saben que tienen ganas, hacen toreo puro, o lidian si lo necesita el momento. Hoy no hubo nada de eso. La corrida encastada, dio un juego que a nadie aburrió, siguiendo a cada uno de los toros, y el comportamiento de sus matadores fue para comenzar a pensar.
El primer toro fue al caballo a la primera y repitió de lejos, bueno esto todos, se le picó indecentemente, así fue protestado su malísimo picador, Diego Ochoa, picando en el centro del toro y no rectificando, barrenando lo que pudo. El tercio de banderillas fue de auténtico “sainete”, escándalo, como si tuvieran delante al peor de los “saltillos”, Antoñares en la brega, no dió una, no digamos en banderillas el bueno de Carretero. Era un toro duro que necesitaba a profesionales más preparados y con más ganas. Se montó el caos. No era una alimaña. Y su matador Uceda Leal, se debió contagiar, ni lo vio ni dejó verlo. Se dobló desconfiado, le tocó las orejas, con la gran muleta- de grande- se entiende... Y se fue a por la espada. La inutilidad personificada. Bronca descomunal.
(Fotografías obtenidas de la web de Las Ventas)
En el cuarto, de menor peso, poca presencia y muchos pitones, estuvo vulgar, pegapases, sin decir algo, desconfiado, cuándo el toro se comportó con nobleza.
Miguel Abellán, tuvo la “desgracia” de corresponderle uno de los dos mejores toros de la tarde y un buen toro para los libros del ganadero. Muy serio de pitones, muy encastado e iba con el hocico por la arena, se entregó en el caballo. Y el bueno de Miguel, con la muleta desconfiado, lo lleva a media altura, de abajo no, de media altura a rematar arriba. Y cuando, ya, se estaba apagando, intenta ponerse en su sitio y le pega unos buenos naturales. Se fue sin torear.
En su primero, un toro que manseó, se quedaba debajo y terminaba saliendo de la muleta con la cabeza por encima del estaquillador, no fue capaz de ponerse a intentar corregir algunos de esos defectos o tragar con ellos, se mostró con más precauciones de las necesarias. Claro, pienso yo, era su primer toro y se olvidó que venía a por un “victorino” y quizá pensó que estaba delante de un “victoriano”. Simple error de cálculo.
El Cid, se le quiere en Madrid, todos recordamos sus grandes faenas con la mano izquierda, y todos “empujando” a su espada y fallando en algunas de sus clamorosas tardes. Pero, ahora es otra historia. El Cid y su “tizona” o su muleta no son lo mismo de antes, está pero no está, quiere y no puede, le pone voluntad, pero se le ven las carencias.
Su primer toro, otro de los mejores de la tarde, junto al quinto ya mencionado, noble, encastado, lo quiso ver cuando se estaba agotando, al final de los diez minutos, que pena no estuviera dispuesto antes, llevaba las dos orejas “colgando”. Y su matador a por “uvas”. Ya avisó el buen toro, de lo que llevaba dentro, en el caballo, hizo una segunda entrada desde lejos y se quedó fijo en el peto, empujando. Su picador, Juan Bernal, fue muy aplaudido. El Cid brindó a Victorino Martín Andrés, acompañado de su nieta. Confundido, como estuvo con la muleta, al entrar a matar le receto un buen bajonazo, y pensando que había hecho la faena de la tarde, esperaba aplausos, levantando la mano cuando rodó el toro. Muy descolocado está.
En su segundo, también encastado , que sabía lo que había detrás de la muleta, no quiso ni verlo, no le dio sitio y cuándo tenía que torear, ponerse, se daba mucho tiempo, parones, se ponía la muleta por detrás para centrarlo, o sea lo que no debía hacer con el comportamiento que tenía el toro, no hubo acople alguno. Mal.
En los tendido hubo cierta desesperación, por haber caído estos toros en semejantes matadores “comerciales” ahora, que venían a matar los dos en suerte o en “desgracia” y salir por la puerta de cuadrillas. Precisamente, eso era lo que no pensaban Abellán y El Cid en otros tiempos: “ por la puerta grande o por la de la enfermería...” En fin todos nos hacemos mayores, o nos aburrimos de las rutinas, y hay que plantearse cambios de actividad.
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