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Las Ventas 6-6-2014 .Victorinos: Pobre plaza de Madrid. El público no estuvo a la altura de la categoría de esta plaza. |
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Con la plaza casi llena y el publico de “feria”, había muchos “isidros” en los tendidos, se corrió una corrida de Victorino Martin, en la capa de su encaste, todos cárdenos, desiguales de tipo y juego.
Resultó mansa y muy encastada. Imposible ponerse delante a dar muchos muletazos que, por otra parte, es a lo que está acostumbrado el público actual. Desconocen lo que es lidiar a un toro. No tienen en cuenta que asisten a ver una corrida de toros distinta a las habituales, en encaste y comportamientos.
Como aficionado de muchos años en la plaza, me dio vergüenza y ganas de no volver a mi abono porque se dieron ovaciones a toros mansos, encastados y peligrosos. Y se abroncó al matador que estuvo en la cara lidiando y tragando lo que no está en los escritos.
Y lo más lamentable, que tiraran almohadillas al ruedo en la despedida de los tres matadores. Es para no volver. Digo, para hacerles un “examen” de tauromaquia, de lo más elemental, al comprar las localidades.
Sé que me estoy poniendo a sus niveles, desde luego. Pero, es una forma de mostrar el disgusto de los profesionales y los aficionados que estuvimos esta tarde en Las Ventas.
Al finalizar la corrida, subía hacia el Metro, por la calle de Alcalá, y me quedé mirando a una señora que hablaba por teléfono, de esas conversaciones que se enteran todos los que están en la calle, y a gritos con su interlocutor, comentaba: “ Hemos venido a los toros pero, un desastre, han salido unos toros buenísimos y los toreros una mierda…”, con perdón, fue esa su expresión.
Una tarde de toros es emoción, entretenimiento y estar pendiente del peligro que desarrollan los toros en el ruedo, los lances que ejecutan sus matadores, con más o menos arte, y prepararle para la muerte. Emoción la hubo. Tengo la seguridad que es lo deseado por el ganadero, porque es lo que quiere para la fiesta. Pero, les faltó la mínima nobleza para meter las cabezas en los engaños, rápidamente se “avisaban” y lo que querían era hacerse con quienes portaban las telas.
Los matadores estuvieron hechos unos “jabatos”, sólo con el hecho de poder salir a pie por la puerta de cuadrillas, al terminar la corrida, para ellos era un éxito.Sin duda, el objetivo era cortar los trofeos.
Con un detalle de torería y compañerismo, hasta en eso estuvieron hechos unos “tíos” , salieron los tres matadores y los nueve banderilleros juntos en un solo grupo.
Y los impresentables tirando almohadillas al ruedo y pitando. Y cuándo desaparecieron los toreros, comenzaron aplaudir al ganadero.
¡Vamos, de traca!
Estoy seguro que los ganaderos, Victorino Martín García, hijo, y Victorino Martín Andrés, padre, que estaban en el tendido ayer , se fueron muy tristes y pensando, después de esto ¿ quiénes se van apuntar a matar nuestros toros? Si, será como siempre.
No se preocupen, tienen sus fieles, los más aguerridos, los mismos, los que se “especializan” en matar éste encaste y también sus fieles aficionados. Y si nó, que se lo pregunten a los aficionados del Sur de Francia.
Este ganado es muy necesario para llevar la máxima emoción a los tendidos. Cuándo les sale uno o dos buenos que meten la cabeza y se dejan, es el no va más. Nos han dado tardes de un triunfo distinto y de una emoción infinita.
Así que muchos ánimos para todos: ganadero, toreros, aficionados… Y al público, no habitual, a leer más de toros e ir a las plazas documentados…
El mejor toro le tocó a Alberto Aguilar, aplaudido de salida por sus bonitas hechura muy alto, más que el matador. Una serie primera emocionante, con la mano muy baja y el toro entregado a seguirle. Pero, pronto, en el primer parón de la tanda, cambia el comportamiento y va a por los tobillos. El matador estuvo colosal ante el encastado “Victorino”. Toro muy complicado pero, cuándo metió la cabeza, iba con el hocico por la arena.
Fotografías obtenidas de la web de la plaza de toros de Las Ventas
Pasó a la enfermería Alberto, porque se pinchó en el gemelo de la pierna izquierda con el estoque, en una de esas embestidas que le desbordaba. Y salió de la enfermería para matar el sexto.
Uceda Leal, estuvo pulcro, para no mancharse el vestido, bien colocado. Y, un poco, convidado de “piedra” ante sus dos compañeros , aguerridos “luchadores”. Su primero fue noble, pero enseguida no quería meter la cabeza con claridad, y con las fuerzas justas.
Antonio Ferrera, segundo matador en el cartel, conoce bien el encaste y le va a la medida, estuvo toda la tarde atento, en todos los quites, funciones de “director de lidia”, alguien dijo que era el heredero de Esplá.
Puso banderillas en los dos toros, destacar en ambos el tercer par, en los que se ajustó más a la cara del animal. Lidió, se dobló, con el complicado quinto, muy bien.
Y como no se puso delante para darle “cuarenta muletazos”, los “isidros” le dieron una monumental pitada. De vergüenza.
A éste quinto toro, cuando se estaba haciendo el muerto, fue el puntillero Manolo Rubio a meterle la puntilla, levantó la cabeza y le tiró un derrote estando tumbado, se puso en pie y le pego un volteretón con una fuerza y saña, como si acabase de salir de los chiqueros. Cogida espeluznante, cornada en la región perineal de 15 centímetros y rotura de ligamentos de la rodilla derecha.
Se les intentó poner bien en los caballos a los seis, de lejos, pero no iban, unos a base de insistencia y otros hubo que meterles a punta de capote.
En resumen los toreros:
Uceda Leal, pitos y pitos.
Antonio Ferrera, ovación y pitos.
Alberto Aguilar, ovación y aplausos.
Destacar en los banderilleros a Rafael Gonzalez, por la lidia y con los palos.
Y los toros:
Primero, noble y flojo. Segundo, manso, con mucho genio. Tercero, manso, con nobleza. Cuarto, manso, complicado. Quinto, alimaña tobillera, muy encastado. Y sexto, vacío de contenido bravo.
Chema Cubero
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