Artículo del día 31/07: Las castas del toro bravo ( VII ) : Casta Navarra ( II )
Fue durante muchos años este encaste el terror de los toreros, tanto de los de a pie, como de los de a caballo. Ocurría como con los toros de Miura, pero dado su pequeño tamaño, hacían creer a quien los veía por primera vez que tenían poca fuerza. Esta la demostraban por exceso, ya que a los picadores les propinaban peligrosos encontronazos y a veces les enviaban al callejón, pero no con arreones (como síntoma de mansedumbre), sino persiguiendo a los toreros.
La fama de estos "toricos royos" , como se denomina por la región a los toros colorados; chiquitos, ágiles, resistentes, duros como la roca y "picantes" como las guindillas de esta tierra, de bravura indomable y con muchas dificultades que vencer, dado su temperamento y que nunca suelen dar una voltereta de balde, siempre que cogen hieren, fue tal que llegaron a eclipsar al resto de las ganaderías navarras que no descendían de la de Carriquirri.
De la antigüedad de estas reses, da idea el que Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortés, llevase a México vacas y sementales de casta navarra, en 1552, para fundar una ganadería brava: esto dio origen a la actual de Atenco, nombre de la finca donde fueron llevados.
También, en el siglo XVI , padres misioneros llevaron al Ecuador ganado bravo para el cuidado de sus huertos, cuya custodia estaba encomendada a temibles perros (a los que los nativos no temían, por lo que asaltaban los huertos y se llevaban los frutos). A los monjes se les ocurrió reemplazar la guardia canina por vacas y toros bravos, que eran desconocidos para estos indigenas, para quienes el peligro resultó invencible. Los misioneros idearon cercar sus huertos con doble callejón de forma cuadrilátera, en cuyos ángulos quedaba cortado el paso, a fin de que las reses no se viesen y se amadrinaran. Cada una de ellas en un callejón, pronta a atacar al menor ruido o movimiento que advirtiese... esto bastó para dar invulnerabilidad al huerto.
El arquetipo de esta raza es: cabeza pequeña, astas cortas y veletas de color caramelo, de ojos grandes y saltones, chatos, cuello corto y ancho, pequeño cuerpo muy fino de líneas, trasero de anca pequeña y almendrada, cola larga con hopo de grueso mechón de pelos largos, pelo abundante en la cara y el cuello, incluso en las peletillas, el resto corto y fino; su color: aldinegro, retinto, colorado, castaño, melocotón y negro, éste en pequeña proporción.
En la actualidad, existe un número muy reducido de vacas de esta famosa casta. Todas diseminadas por las provincias de Navarra, Rioja y Aragón, y unas pocas por Tarragona y Castellón; da pena verlas con ese mirar insolente y orgulloso, como si supieran de ese viejo esplendor y prestigio de que gozaron sus antepasados.
J.M. Cubero
Bibliografía: "Tauromaquia" de J. de la Cal