La crónica fue firmada por Selipe, que escribió: "La Corrida de la Beneficencia de 1970 cobrará, para los anales del toreo, una importancia trascendental y se fijará en las páginas de la historia de la tauromaquia con caracteres no ya sólo indelebles, sino, más aún, ejemplares y aleccionadores. Paco Camino -es tiempo ya de nombrarlo, para que se esculpa su nombre con trazos propios y diferenciales- ha hecho a los aficionados una ofrenda tan inolvidable como valiosa. Gracias al arte, a la inteligencia y al dominio del joven sabio de Camas, las cosas se han puesto en su sitio; se han fijado en su punto". El texto prosigue: "La gente salió de la plaza de Las Ventas sin ganas de abandonarla y, sobre todo, con pesar de disolver la reunión antes de analizar y cantar todo lo que le había sido dado a aplaudir en una tarde excepcional que inscribiremos en el haber de un torero que brindó a Madrid un espectáculo sin par. Paco Camino impuso, grabándolo para una posteridad halagüeña, una marca y un patrón, y ambos resultan sobremanera oportunos en el momento que vive la maltratada fiesta del toreo". Sobre la lidia que dio a cada uno de los siete toros que estoqueó, puede leerse: "Camino tuvo ante sí como primer enemigo un toro de don Juan Pedro Domecq, que trotó y embistió distraído; fue un toro que facilitaba las atenuantes. Paco opuso a las cualidades negativas de la res la suma de sus conocimientos y el afán que calificaría a toda la corrida; por el quehacer correcto y fácil sobrevino la primera oreja de la tarde, que se abrió con ovaciones para el diestro que, en solitario, encabezó el paseo de las cuadrillas"."En el segundo, de Urquijo, -sigue la crónica- esculpió Camino unas chicuelinas inimitables, que levantaron ovación calidísima; frente al andar de su antagonista, el muletero empleó una técnica plausible. El toro, poco castigado, se fue arriba, y el torero peleó con el astado, fuerte, con utilización de los poderosos resortes de su airosa maña. Otra nota de dominio le ofreció Camino ante la adversidad del toro de Miura, que escarbó pronto y mostró blandura: las dotes de muletero lucieron cuanto fue menester". "En el sobrero de Domecq -añade- resplandeció al arranque de un quite por gaoneras y la faena constituyó modelo de variedad. Al de Buendía, deslucido, que salió en quinto lugar, Paco le aplicó la discreción que demandaba la condición de la res. Al sexto, de Arranz, lo recibió con lances de juego bajo y le administró una faena armónica y variada, y al último, cuya lidia ofreció el matador único, lo lanceó de salida con limpias verónicas; lo muleteó sobre la rodilla, ejecutó molinetes y kikirikíes y añadió cumplidos adornos de remate"."Como matador -concluye Selipe- Paco Camino hizo gala de pulcritud y facilidad condignas a la realización de las demás suertes".