Respetado Maestro:
Christian tenía la mirada limpia, a fin cuentas era un niño de nueve años, cuando le vio torear por primera vez en Vic-Fezensac el 15 de septiembre de 1957.Usted maestro aún no había tomado la alternativa y en aquella ya lejana novillada compartía cartel con Luis Segura y Andrés Hernando. Dos pases suyos, un minuto, fueron suficientes para que un niño galo se convirtiera en currista.
Hace unos días un grupo de amigos acudimos a la Feria de Pentescostés de Vic-Fezensac. Ya de noche dimos por finiquitada la tertulia sobre los Cebada Gago que habían sido lidiados esa jornada, Con las calles repletas de adoradores de Baco, bajo la batuta de Lola y David, cruzamos la plaza principal hasta alcanzar la rue de la Repúblique. Nuestra guia golpeó varias veces la puerta de una casa. Ésta se abrió y Lola enseñó un retrato suyo. Entramos. Reinaba el silencio frente al bullicio del exterior. Por momentos pensé que éramos cristianos en la antigua Roma huyendo de la guardia pretoriana del emperador de turno. Cruzamos el vestíbulo y tras bajar unas escaleras, llegamos al sótano del inmueble con acceso a un jardín donde crecían varios romeros. Un amable francés nos ofreció vino y algo de foie. En pago a su hospitalidad David le obsequió con unas fotos de usted maestro. Se le iluminaron los ojos.
Nuestro anfitrión resultó ser Christian, presidente de la Peña de Curro Romero en Vic Fenzensac. Hace sesenta años descubrió su arte, su toreo, y desde entonces, sin ánimo de ofender, le ha elevado a los altares. Ha convertido el bajo su casa en un santuario en su honor. Innumerables las fotos o carteles que atesora. Le ha seguido y le sigue en la distancia. Sólo le ha visto torear dos veces más en Sevilla. Entre risas, mientras rememora sus lances en La Maestranza, nos comenta que algunos de sus vecinos creen que ha perdido la cabeza. ¡Béndita locura! No sé Maestro si ústed leerá estás líneas, si lo hace, le pido que dedique unos minutos a Christian, un francés currista. A veces cuesta muy poco conseguir que la gente sea feliz, algo que no conviene echar en saco roto en esto días que nos ha tocado vivir.